Sofía Rhei

Sobre mí

¡Hola! Esta es la parte de la web en la que cuento mi vida.

Mi amiga Isabel me describía como “la chica que acarrea libros”. Lo habitual en mí es verme con mochilas y bolsas llenas de novelas, habitualmente de segunda mano. No tengo carnet de conducir, así que ese acarreo suele tener lugar en trenes y autobuses. Es una costumbre que complica bastante los viajes, pero creo que no puedo dejarlo. Cuando encuentro algún libro especial, simplemente no soy capaz de no llevármelo.  

Llegó un momento en el que los libros acarreados a lo largo de los años no cabían en una casa normal, de modo que me mudé a un pequeño pueblo en el que sí tengo sitio para todos (por ahora). Y esa biblioteca que tanto ha condicionado mi manera de vivir es una de las cosas que definen mi identidad.

Pienso que en el arte de contar historias no termina de aprenderse nunca, y que justifica que se le dedique la mayor parte del tiempo de una vida. Creo que escribir para pequeñas personas lectoras es una de las tareas más importantes del mundo, porque quienes no consiguen disfrutar de la lectura a temprana edad rara vez consiguen hacerlo siendo adultos. Y creo en el potencial de la fantasía y la ciencia ficción como literaturas de futuro.

Como lectora, me interesan muchísimos géneros, y aún mas todas las literaturas limítrofes que están entre un género y otro. Pero tengo especial debilidad por los textos de la fantasía y de la imaginación, de lo inesperado y de lo no convencional. Y como leo muchas cosas diferentes y al final una escribe sobre aquello de lo que se nutre, también escribo muchas cosas distintas.

Me interesa mucho indagar sobre técnicas literarias, y tengo dedicada a esto una buena sección de esa casa-biblioteca en la que resido. Soy escritora de mapa y una de mis partes preferidas de escribir es el trabajo previo, la tormenta de ideas, la planificación. Del mismo modo que vivo rodeada de muchos más libros de los que me dará tiempo a leer, también tengo más carpetas de proyectos de los que jamás lograré escribir a no ser que implanten mi mente en un soporte electrónico.

Otras cosas que me gusta hacer son todo tipo de bricolajes y artesanías, especialmente fabricar máscaras, casitas y muñecos. También disfruto cantado y componiendo canciones. Creo que todas las artes están relacionadas entre sí, y que aquello que se aprende con los colores, las formas y las notas enriquece los textos (y viceversa).

QUÉ RECOMIENDO A LOS AUTORES QUE EMPIEZAN

¡Esta es una de las cosas que más me preguntan!

Leer todo tipo de géneros. Escribimos en gran parte para contribuir a que los lectores sientan las mismas emociones que nos ha proporcionado la lectura, y para dialogar con las ideas de los autores anteriores. Es importante conocer lo que ya está escrito, en primer lugar, como punto de partida para explorar nuevos territorios narrativos; en segundo, para no repetir ideas que ya han sido realizadas, y en tercer lugar, para aprender estrategias y estilos narrativos.

Los clásicos lo son por muy buen motivo. Hay que conocer La Odisea de Homero, Las metamofosis de Ovidio, las narraciones mitológicas. Hay que leer relatos populares, leyendas de todo el mundo. Sumergirse en la poesía, comprender las mecánicas del diálogo teatral además del cinematográficos. Leer libros de diferentes países y culturas, escritos por personas muy diferentes. Prestar atención a historias biográficas, a casos reales, así como a las ficciones mas oníricas e imaginativas. ¡En ningún momento de la historia hemos tenido tanta cultura universal al alcance de la mano, y hay que aprovecharlo!

Conocer tus propios temas. En los talleres que imparto, siempre comienzo por el mismo lugar: planteando una pregunta. Si fueras gobernante por un día, y pudieras promulgar una ley, ¿cuál sería esta? La respuesta de cada persona es diferente. Algunas tienen prioridades sociales, otras económicas, otras ecológicas… Identificar qué sería más urgente cambiar, desde el punto de vista de cada narrador, es algo muy importante, porque configura el centro de gravedad de su narrativa. Y una vez encontrado ese tema, e imaginado el escenario, viene muy bien buscar personajes que tengan motivos de conflicto en ese escenario a causa del tema inicial. Por ejemplo: mi tema son los incendios provocados por especulación inmobiliaria. Imagino un pequeño planeta casi deforestado en el que se lucha por recuperar los bosques. Unos personajes relacionados con el tema podrían ser una persona que luchara por cambiar la ley, y quizá conceder derechos humanos a los árboles, una persona que crea sustitutos artificiales de los árboles, y alguien a quien le pagan dinero por quemarlos pero eso le crea conflicto interior.  

Buscar la coherencia entre mensaje, formato y estilo. Una vez que se ha encontrado un tema a tratar, con todas las preguntas que se desean plantear al respecto, hay que buscar la manera más eficiente para hacerlo. Tradicionalmente, a grandes rasgos, se ha considerado que el relato servía para hablar de un conflicto del individuo y la novela del individuo y la sociedad, pero la verdad es que es muy difícil entender al individuo sin la sociedad y viceversa.

¡Experimentar! Probar diferentes puntos de vista, estrategias narrativas, temperaturas emocionales. Hacer relatos en primera persona o desde el punto de vista de un extraterrestre que nos observara. Divertirse con el taller, con todas esas herramientas y posibilidades que nos proporciona la escritura.  

Dar a leer lo que escribes a personas variadas. Aunque utilizamos el lenguaje todos los días, escribir es muy difícil y se tarda tiempo en conseguir el ritmo, el tono, en saber cuántos personajes tienen que aparecer en cada escena y en dosificar la narrativa y los diálogos. Cada cosa puede contarse de mil maneras, y solo con la observación y la práctica llegamos a automatizar cuales de esas maneras suelen funcionar. Escuchar atentamente las opiniones de otros, de cualquiera, siempre ofrece observaciones interesantes. Nunca jamás se deja de aprender a escribir.